Hay ciertas cosas que una aprende cuando viaja en autobús. Y no hablo de viajes pequeños, de esos que vas de pueblo en pueblo y duran unas escasas, cuando mucho dos horas o al menos, unos 60 kilómetros. Hablo de uno de esos viajes realmente largos, de esos que, como el mío, duran como mínimo, unas 18 horas. De esos en que pierdes hasta la noción
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